ASÓMATE SIN MIEDO



ASÓMATE SIN MIEDO:

Te regalo mi sonrisa, te ofrezco mi imaginación y pongo a disposición toda mi fantasía. ¿Crees en la magia? ¿Necesitas sentirte bien? ¿Necesitas unas gotitas de optimismo? Has llegado a tu refugio, prometo evadirte y tatuarte una sonrisa. A través de esta ventana el aire siempre será fresco y por ella podrás entrar y salir. ¿Te atreves?

28/1/10

"Internet es una gran puerta para el escritor novel"

Entrevista en el PAIS.COM a Juan Moro.
Todos podemos tener nuestra oportunidad de publicar un libro...

http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/Internet/gran/puerta/escritor/novel/elpepuesppvs/20060204elpvas_17/Tes

23/1/10

BLANQUEANTE DENTAL CASERO

Para poder blanquear los dientes con un remedio casero y muy eficaz, prepara en un bol medio limón exprimido con una cucharada de sal. Frótate los dientes con tu cepillo habitual y recuperaran el deseado color blanco.
Otro truco es empapar un chicle con limón exprimido y media cucharada sopera de bicarbonato. Haces una plasta y la pegas a tus dientes durante 20 minutos.

LIMPIAR LA SUELA DE LA PLANCHA

Con el paso del tiempo, la suela de nuestra plancha va acumulando restos de suciedad. Ésta suciedad al mezclarse con el vapor puede ensuciarnos la ropa y evitan el deslizamiento adecuado de la plancha.
Un truco muy sencillo y rápido para tenerla siempre limpia y a punto para usar, es pasarle lana de acero del número 00. Cuando haya desaparecido toda la suciedad, impregnas un pequeño trapo o bola de algodón con un poco de alcohol 96 y te quedará brillante y suave.




21/1/10

EL INTRUSO II

No entendí la decisión del juez de denegar la orden registro. Sabía que un policía en un domicilio ajeno era una grave infracción de la ley, pero sabía que si no encontraba pruebas esa misma noche, se me escaparía el mayor estafador del país. Esperé unos veinte minutos a que se apagara la luz de su ventana y entonces subí a su apartamento. Forcé la puerta y entré sin apenas hacer ruido. La puerta hizo un ligero chirriar pero creí que no había alertado al inquilino de la casa. Abrí los cajones cautelosamente y busqué los comprobantes bancarios de su cuenta en Suiza. Noté un golpe seco en la sien y perdí el conocimiento. Desconozco el tiempo que estuve inconsciente, sé que desperté de mi letargo enrollado en varias mantas e inmovilizado de pies y brazos por unas ataduras exteriores. Grité con todas mis fuerzas, pero fue inútil, palas de tierra iban cubriendo mi fosa irremediablemente. Me enterraron en vida.

EL INTRUSO

Apenas llevaba en la cama veinte minutos y parecía estar conciliando el sueño cuando escuché que la puerta de casa se abría. El chirriar característico de la puerta indicaba que alguien profanaba mi hogar.
Salí de puntillas al pasillo y con sigilo, fui hasta el comedor. Allí había un hombre que estaba hurgando entre mis cajones.
Cogí un cenicero de pié por su mástil y le golpeé por la espalda. El intruso cayó fulminado, sin un grito, sin una queja, sin espasmo alguno...
Examiné el cuerpo y éste carecía de pulso. En la zona parietal, una única incisión provocada por los ornamentos del cenicero.
Enrollé el cadáver con varias mantas, lo bajé en ascensor hasta el garaje y lo introduje en el maletero.
Recorrí cerca de trescientos kilómetros hasta llegar a un bosque. Cavé varios metros y lancé el fardo a su interior.
De repente, oí gemidos, el intruso no estaba muerto. Dudé un instante, pero acabé enterrándolo en vida.

LA PARTIDA DE DADOS


Maldigo el momento en que entré en la trastienda de ése bar, maldigo el momento en que acepté jugar, aquí, desde la azotea desde donde me voy a arrojar al vacío. Oí risas que venían de la trastienda del local y no pude evitar asomar la cabeza. Había dos tipos, uno alto, de tez pálida y ojos amarillentos, y otro bajito, regordete y de aspecto burlón. El primero me invitó a entrar y me propuso un juego. Solamente tenía que tirar un dado tres veces, si salía del uno al cinco me daría mil dólares en cada tirada pero si salía un seis caería sobre mí una maldición. Pensé que tenía muchas posibilidades de ganar por lo que acepté el trato. Salí del local con dos mil dólares y una maldición. En un año perdí el trabajo, mi mujer me abandonó y mis padres fallecieron. Hoy me he derrumbado. ¡No puedo más!

EL ORNAMENTISTA DE ZONI


Atanagildo era uno de los miles de esclavos godos que construyeron la antigua Constantinopla. Trabajaba en la construcción de unos baños turcos en la ciudad de Zoni, ornamentando el techo cuando las tablas encordadas que le hacían de andamio cedieron, precipitándose hasta caer al interior de un recóndito espacio oscuro.
Estuvo inconsciente durante horas, hasta que el dolor de sus magulladuras le volvió en sí.
Pasaron varios días y nadie atendía a sus gritos y súplicas, hasta que al tercer día escuchó voces lejanas, y entonces gritó hasta la extenuación pero fue inútil, nadie le escuchó.
De repente alguien tiró un cubo de agua al interior, y al momento otro, y luego otro. Ahora sabía donde estaba, había caído dentro del pozo que repartiría las aguas a las diferentes zonas de baño.
En pocos minutos el agua ya le sobrepasaba la cabeza. Intentó flotar, partió sus uñas en las paredes del pozo pero de nada sirvió.
Atanagildo nunca fue encontrado.

EL SECRETO DE TARQUINIUS

Nunca pensé que la prospección arqueológica que nos encontraron en la Toscana, a orillas del Po fuera tan fructífera.
Encontramos restos de un ejercito etrusco, entre ellos, un gran hallazgo, el esqueleto de Tarquinius, uno de los líderes que luchó por Lazio contra los romanos. Junto a él, un rollo de lino con varias inscripciones.
Lo mandé a mi amigo Papayutis, una de las pocas personas capacitadas en descifrar el etrusco.
Habían pasado varias semanas sin noticias de Papayutis, ni cogía el teléfono ni contestaba mis correos, hecho que encontré extraño, por lo que decidí ir a su casa de Malis.
Llamé a la puerta varias veces, sin que nadie abriera, cuando aprecié un horrible hedor que venía de la casa.
Derribé la puerta y encontré su cadáver en el suelo y en su mano el rollo de lino.
Hurgué en sus notas para encontrar una explicación y entonces pude leer "Abandonad Tirreno, las fiebres nos están matando a todos".

1932



Iba a Cuenca para pasar las navidades con mi familia. Llegué a la Estación del Norte para coger el tren que me llevara pero aún faltaban cinco horas para su salida, por lo que eché una cabezadita en un banco de la estación.
Al despertar, mi entorno había cambiado, como de otra época. Las vestimentas y decorados parecían de principio de siglo. Miré un periódico que había al lado y estupefacto comprobé que era del 22 de diciembre de 1932.
Alterado, me levanté y bajé a las vías, cuando observé como un hombre recogía de la vía su paraguas sin apreciar que tras él se acercaba un tren a gran velocidad. De un empujón lo saqué de la vía pero no pude evitar que el tren me arrollara.
Desperté angustiado, había sido una pesadilla.
Ya en Cuenca, mi abuelo, contando anécdotas de juventud nos explicó que fue salvado en 1932 de ser atropellado por un tren por un hombre misterioso.

EL CIEGO

El viejo ciego regresaba hacia su casa, sorteando las vallas de las obras del barrio. El viento, la lluvia y los innumerables obstáculos le estaban agobiando.

Finalmente llegó a casa, tembloroso, empapado y enojado por su suerte sacó la llave y ésta cayó. Se agarró a la maneta de la puerta para agacharse a recoger la llave y la puerta se abrió. Entró en casa con el miedo en el cuerpo, aturdido, sin poder observar su entorno.

Oyó un cristal que se rompía y otro fuerte estruendo de cristales rotos.

¿Quién hay? ¡Soy ciego, no me haga daño!


Al otro lado de la estancia la escena había sido diferente. Braulio estaba de pié, tomando café, cuando por la puerta apareció un hombre con sombrero y gafas oscuras, con una gabardina oscura y blandiendo un bastón. Su corazón estalló, la taza cayó al suelo y se desplomó muerto sobre la mesita de cristal.


Obviamente, el ciego se había equivocado de casa.

EL NUMERÓLOGO


Desde mi ataúd reflexiono sobre los últimos acontecimientos de estos dos últimos días. ¿Casualidad o destino? ¿Naturaleza o sugestión?

Era un sábado sin fútbol, me encontraba aburrido, haciendo zapping delante del televisor. Aún no sé por qué, me quedé viendo un sortero de lotería primitiva.

15 - 23 - 6 - 20 - 22 - 18. Complementarios 4 y 6.

Cerré el televisor, el aburrimiento invitaba a acostarme. Me dormí al instante.

Sobre las cuatro me desperté para satisfacer los deseos de mi vejiga y al volver a acostarme me vino a la cabeza la combinación de la primitiva. Siempre me había gustado la numerología y solía jugar para mi mismo.

Así que jugué 15=M, 23=U, 6=E, 20=R, 22=T, 18=O.

Abrí los ojos alterado. ¿Qué maldita casualidad era ésa? ¿Y el 4 y el 6?

4=CH 6=E. ¿Qué quiere decir CHE?

Soplé aliviado, solo había sido una casualidad, miré el reloj, las 4:06. Abrí los ojos y mi corazón explotó.

15/1/10

Publicación de un libro con alguna aportación mía.


Hoy ha salido publicado el libro “100 microrelatos de terror, homenaje a Edgar A. Poe”. Ésta antología recoge a los 100 microrelatos finalistas de un certamen en el que han participado alrededor de 4.000 obras.
El ganador del certamen ha sido el relato “Todas las noches” bajo el pseudónimo de “victorvi”.
Desde ésta ventana me agradaría felicitar al ganador y a los 99 finalistas del certamen.
Asimismo, reboso de felicidad al saber que tengo el honor de tener alguno de mis relatos representado en el libro.

Si queréis adquirir el libro, podéis hacerlo en el siguiente enlace:
http://www.artgerust.com/libreria.php?id=944

9/1/10

Relato 3: Desde mi ventana



La ventana me calma, hace las veces de teatro, de televisión, de espejo y de amiga. Junto a ella y por ella sé que existe un mundo diferente al que me ha tocado vivir. Durante los últimos treinta años, asomado a ella, he asistido periódicamente al cambio de las modas, de las costumbres y de la arquitectura. He visto niños que tiraban de un camión lleno de palos y arena y ahora los observo mientras pasean a sus hijos. ¡Qué mayores se me han hecho!

Hay cosas que no cambian, que persisten al paso del tiempo y que adoro, el ciclo natural de las plantas de los jardines, el olor a pan recién hecho que entra por la ventana de madrugada o el canto de los pájaros cuando el alba aún es virgen.

Desde mi silla de ruedas, con mis piernas en eterna doblez y mi espalda dolorida, no puedo evitar llorar los días de lluvia por la melancolía que emanan, no puedo evitar sonreír cuando abro las cortinas y el sol posee mi casa, me irrita ver a cientos de personas pasear por delante de la Iglesia sin dar limosna al mendigo que cada tarde se sienta en la escalinata.

Hace una semana que no puedo levantarme de la cama, mi cuerpo está vencido, mi corazón roto y mis ilusiones marchitas. Adiós a mi ventana, a mi llave a lo exterior, al mundo real.

Ayer vino mi nieto a visitarme y me dijo que me notaba triste, me sentí mal por transmitirle mi desdicha.

Hoy ha vuelto y ha conectado una web-cam en la ventana. Desde un ordenador vuelvo a ver mi teatro, mi televisión, mi espejo, mi amiga. Sigo vivo.

Nota: Dedicado a mis hijos Pol y Carol

Relato 2: Astímono




La salada espuma de las olas cegaba los ojos de Astímono, el agua inundaba un tercio de la bodega de la nave y el fatal hundimiento tenía premisas de ser inminente. Muchos de los remeros yacían como marionetas en el mar, vapuleados por las olas y aplastados en los riscos de las rocas que guarnecían el litoral de Siracusa.

El miedo a la muerte despertaba los comportamientos más pueriles de todos aquellos soldados cartagineses que llevaban años combatiendo con los romanos en la Primera Guerra Púnica. Unos lloraban, otros imploraban clemencia a Dios y otros permanecían sentados en cubierta, con los brazos abrazando su cabeza, como intentando despertar de una pesadilla.

El Comandante Amílcar, que permanecía en pie, agarrado al mástil de proa ordenó a Astímono que reuniera a todos los hombres y que los trajera ante su presencia.

Tambaleándose y resbalando, el bravo soldado fue espoleando a la tropa y éstos fueron reuniéndose ante Amílcar. Éste ordenó que cada soldado asiera un remo y saltara con él a las oscuras aguas y que nadaran hasta el puerto de Siracusa.

Por aquel entonces, Siracusa permanecía como un territorio neutral, todo y estar en el centro de la batalla entre los romanos y los cartagineses. Siempre era mejor ser arrestado por las autoridades locales, que perecer en el mar o ser capturados por alguna nave romana que patrullara por la zona.

Uno a uno, sin apenas hablar, las miradas se cruzaron entre los soldados a modo de despedida y fueron arrojándose a las gélidas aguas de la costa siciliana. Entre ellos estaba Astímono, quien asido a un fornido remo consiguió llegar a la orilla de la playa de Siracusa.

En contra de sus peores presagios, la playa estaba desierta, no había guardianes por la zona y la atalaya estaba desierta.

Aturdido, fatigado y espantado se refugió entre los útiles de pesca de la lonja, utilizando las redes a modo de manta y una nasa para reposar su espalda. El sueño y el cansancio venció al miedo a ser descubierto y acabó durmiendo entre los restos de arenque y sardina que adornaban las redes.

Al poco rato, escuchó voces y desde su escondite pudo ver como un grupo de guardias iba ejecutando a cada uno de sus compañeros que iban llegando a la costa. El miedo se apoderó nuevamente de su cuerpo y rezó a Dios rogando su salvación.

Una poderosa mano se apoyó en su espalda, un hombre fino y arado en arrugas por toda su cara le tapó la boca y lo acompañó a su casa.

El hombre le dio cobijo, ropa seca y comida a cambio de nada, únicamente le rogó que desapareciera de su casa al alba. Y así lo hizo, al nacer el sol del nuevo día, ajustó su zamarra y se camufló entre la muchedumbre encauzando su camino hacia el mercado.

Tomó a bien una manzana en uno de los puestos, con tal descaro que el comerciante lo agarró por el cinto y le instó a pagar. Sin una sola moneda en su poder, intentó devolver la fruta mordisqueada, pero esto aún enfureció más al frutero, quien ayudado por otros comerciantes lo inmovilizaron y llamaron a los guardias.

Astímono fue detenido y reconocido como soldado cartaginés, siendo ejecutado esa misma noche.

Nota: Como todo lo que haga en esta vida, dedicado a mis hijos Pol y Carol

7/1/10

Bienvenidos - Benvinguts - Welcome










7 de enero de 2.010.


Nace éste, mi / tu / vuestro blog. Poco a poco lo iré desarrollando y llenando de contenidos.